Pasar tres días en Salamanca fue un placer, y no nos importó que fuera invierno, la ciudad es tan bonita que daba igual que hiciera frio, que estuviera nublado, o que lloviese, pasear por sus calles y plazas fue una delicia.
Como ya sabéis nos encanta la arquitectura, y esta ciudad es tan monumental que estábamos más felices que unos niños en un parque de atracciones entrando en las diferentes iglesias, universidades, conventos, museos, etc.
También disfrutamos de su gastronomía en diferentes restaurantes, pero si tenemos que quedarnos con uno, elegiría una pequeña vinacoteca que había cerca del hotel donde nos hospedamos, los platos que comimos estaban exquisitos y el trato del personal fue excelente.
Su Catedral gótica es espectacular, tanto por fuera como por dentro.
Y descubrir los frescos de su Catedral románica fue emocionante.
En nuestro recorrido por la ciudad no podían faltar museos que guardan objetos más modernos, como el museo del automóvil o el museo Art Deco.
La iglesia de San Esteban es enorme, por su tamaño parece una catedral, y su claustro es uno de los más maravillosos y espectaculares que hemos visto, su galería inferior es grandiosa.
Subimos a unas cuantas torres y campanarios para ver la ciudad desde muy alto.
Y para finalizar nuestro viaje, nos despedimos con una visita al puente romano, desde donde se puede disfrutar de unas maravillosas vistas del rio Tormes.