Esta historia empieza con la idea de construir una fuente, no sabíamos muy bien cono sería la escena pero sí que tenía que tener una fuente.
Buscamos las diferentes piezas para hacerla, la pintamos y cuando fuimos a ponerle el agua nos dimos cuenta que solo nos quedaba agua en tono verde, la que usamos para hacer lagos, y pensamos ¿porque no?.
Decidimos situarla en un rincón de un viejo parque, escondida entre la vegetación.
Para ello envejecimos la fuente, le pusimos el agua con verdín, muchas plantas, pero faltaba algo.
¡Un duende!, ¡eso era!, un geniecillo volador que viviera en este pequeño rincón.
Creamos al personaje, lo sentamos al borde de la fuente y en un instante se apodero de la escena.
Así, este farolillo se convirtió en el Rincón del Duende.
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Qué cosa tan bonita! Y que acierto el duendecillo! Transforma la escena, le da un toque de fantasía que me encanta! 🙂