Cuando vimos esta caja nos pareció que con unos cuantos cambios podíamos convertirla en un bonito armario. La pintamos de verde, distribuimos las diferentes baldas, le pusimos la moldura de la parte alta, y poco a poco se convirtió en el armario que habíamos soñado.
Para llenarlo, me acorde de la lata que tengo llena de encajes y puntillas de mi abuela y a la que recurro para hacer diferentes accesorios para las casa de muñecas.
Nos imaginamos a una encajera llenándolo de pequeños detalles, un cojín, una flor, un broche, una perla.
Tesoros que ha ido guardando con cariño a lo largo de su vida y que le hacen recordar días felices.
Como este vestido blanco.¡Cuántas promesas susurradas al oído vienen a su memoria cuando lo mira!
En fin, dejemos a la encajera con sus recuerdos y cerremos el armario hasta otro día.
Si te gusta lo que ves, no olvides compartirlo.
Qué bonito y qué romántico!!! ?
Me encanta!!!
Un besico! 🙂